Muy buenas noches, amigos. Hoy quería conversar sobre un tema fundamental para todas las personas que habitan en esta región del mundo, a la que llamaré «La Cuenca del Plata». Este término será parte de un programa que estoy ideando, ya que considero que los ciudadanos de Brasil, Uruguay, Argentina, Paraguay y Bolivia compartimos una identidad más allá de términos comerciales como el «Mercosur». Nuestra región no debería definirse por connotaciones comerciales, ya que habitamos en una cuenca hídrica particular: la Cuenca del Río de la Plata.
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En esta cuenca, casi todos los ríos discurren de este a oeste, o viceversa, siendo tributarios del Paraná, uno de los ríos más caudalosos y navegables de la región, que se extiende hasta Bolivia. Todos los que vivimos aquí compartimos una historia y una economía que nos han dado una identidad propia: la Identidad de la Cuenca del Plata.
Esta identidad se evidencia cuando uno viaja, por ejemplo, a Asunción, Paraguay, donde nuestro prócer José Artigas pasó sus últimos años tras emigrar en 1820. Artigas no solo estuvo en Asunción, sino en otras zonas lejanas de Paraguay, donde su presencia y legado dejaron huella.
Estos fenómenos históricos, geográficos y geopolíticos nos han dado una identidad única que debemos conservar, alimentar y enriquecer. Tenemos que mostrar al mundo cómo somos, sin intentar imitar otras culturas. Como dice León Gieco en una canción famosa, no queremos vernos formando parte de otra cultura que no es la nuestra.
Además de esta identidad, hay una preocupación por las generaciones actuales, que están más desinformadas y alienadas. Aunque pueda sonar fuerte, es una realidad que debemos aceptar para poder cambiarla. Si nos engañamos diciendo que todo está bien, no podremos modificar lo que realmente está sucediendo.
En las próximas entregas de este proyecto, abordaré por qué muchas personas piensan de esta manera, especialmente aquellos de la generación del 40 y 50, como yo. Nací en la década de 1950, una época en la que nuestra identidad como uruguayos estaba bien afirmada, como lo demuestra la victoria de Uruguay en el Mundial de 1950. En ese entonces, éramos un país con orgullo nacional y bien alimentado, lo que nos permitió alcanzar ese logro.
Sin embargo, nuestra identidad no es exclusiva de los uruguayos; compartimos vínculos profundos con Argentina, Paraguay y el resto de la región de la Cuenca del Plata. Somos pueblos hermanos, casi mellizos. A veces, hay quienes se ofenden cuando decimos que somos muy parecidos a los argentinos, pero la realidad es que nacimos juntos, y nuestro prócer, José Artigas, luchó por principios que abarcan a toda la región.
Es fundamental recordar y preservar nuestra historia, porque en las últimas décadas hemos sido víctimas de una agresión contracultural colosal. Los medios de comunicación, la música y otras formas de cultura global han influido negativamente, imponiendo modelos que no reflejan nuestra verdadera identidad. El rock, por ejemplo, aunque es una manifestación artística válida, ha sido utilizado para difundir hábitos como la drogadicción y para descomponer los valores familiares.
La Agenda 2030 y otros movimientos modernos también han influido, promoviendo conceptos que antes no eran tan visibles en nuestra sociedad. Si bien no digo que estos conceptos sean mejores o peores, lo cierto es que están cambiando la forma en que organizamos nuestras familias y comunidades.
Por eso, mi objetivo con estos videos es tratar estos temas en profundidad y desde una perspectiva histórica, cultural y social. Quiero invitar a la reflexión y a la conversación para que juntos podamos llegar a conclusiones que nos ayuden a preservar nuestra cultura.
En conclusión, debemos estar orgullosos de nuestra diversidad cultural y de nuestra fraternidad con los pueblos de la Cuenca del Plata. Esta fraternidad y solidaridad nos ha definido a lo largo de nuestra historia, y debemos seguir cultivándola para mantener viva nuestra identidad.
Escrito por: Walter Bastos